La
coyuntura económica de corto plazo no nos ha dejado visualizar hasta ahora los
desafíos estructurales que enfrentará la estructura productiva argentina. Estos
desafíos van más allá del cepo cambiario y del problema de precios relativos.
Nuestro país se encuentra frente a la necesidad de definir un perfil productivo
y una inserción internacional que dé sustentabilidad a nuestro desarrollo. La
alternativa es poder escapar de la “trampa” de los países de ingresos medios, esta
situación sucede cuando los países alcanzan ingresos medios, pero no pueden
llegar a dar el salto hacia un nivel de desarrollo superior que les permita
alcanzar los estándares de naciones más avanzadas.
Pero
Argentina a diferencia de otros países cuenta con varias ventanas de
oportunidad que le ofrece el mercado internacional.
La primer ventana tiene que ver con la
inserción es la de los alimentos procesados y termoprocesados. Este es un
mercado que mantendrá su dinamismo en el tiempo y de manera especial en el
mercado asiático a partir del aumento de las clases medias y del irreversible
proceso de urbanización. Argentina junto con Brasil pueden jugar un rol preponderante
en un mercado hoy dominado por los países desarrollados. Es indispensable
plantear una estrategia conjunta con Brasil para no quedarnos exclusivamente
como proveedores de proteínas vegetales y animales con bajo grado de
transformación. Cuestiones referidas a cómo mejorar la logística – por ejemplo
en cadena de frío -, inversión en equipamiento, packing, trazabilidad
sanitaria, productos verdes, desarrollo de marcas, alimentos diferenciados
vinculados a la salud y a la mejora de la calidad de vida son los ejes sobre
los cuales habría que avanzar.
Una segunda ventana de oportunidad es el
comercio de servicios que es altamente dinámico
e
irá representando una proporción creciente del comercio mundial. Dada la
calidad de nuestros recursos humanos la exportación de servicios profesionales
debería constituir un objetivo estratégico. Resulta incongruente que no haya
existido hasta ahora una política de aliento a la exportación de servicios más
allá de la ley de promoción de la industria del software. Servicios de
arquitectura, de ingeniería, de diseño así como los vinculados a la educación
poseen un alto potencial exportador.
Una tercera ventana tiene que ver con el rol de
las exportaciones industriales. Dada la existencia de cadenas de valor
regionales y globales es necesario apuntar a poder insertarnos en estas cadenas
ya sea en productos terminados, en algún componente del producto terminado o en
algún proceso/servicio dentro de estas cadenas de valor. El mejor ejemplo es la
empresa Volkswagen que exporta cajas de cambio desde Córdoba a toda la cadena
global de esta automotriz o la exportación de válvulas de la empresa Basso
desde Rafaela.
Una cuarta ventana es la que podemos denominar
como high tech donde existen nichos que Argentina ya ha desarrollado. La
producción de satélites, la industria de la energía nuclear son nichos que se
deben consolidar y en dónde la presencia del Estado y de la cooperación
público-privada debe ser mantenida.
Los
países desarrollados o aquellos que están en vía de alcanzar este estatus han
podido avanzar en un proceso creciente de diversificación productiva y
exportadora. Ello requiere como
principio básico de una estrategia de coordinación pública – privada, reglas de
juego estables, una macroeconomía y una microeconomía ordenada, recursos
humanos calificados, así como el sostenimiento de un sistema nacional de
innovación que son la bases necesarias para poder emprender una estrategia de
este tipo.
Argentina
cuenta con las ventanas de oportunidad antes señaladas que ofrece el escenario
internacional. Sólo basta que nos ordenemos y que nos despertemos de la pereza
de depender exclusivamente de nuestros commodities agrícolas.
Por
otra parte no es un dato menor que existen aspectos político-sociales para
tomarse en serio el objetivo de la diversificación productiva y exportadora
dado que por un lado la región va a vivir en un entorno económico-internacional
menos amigable y en segundo lugar la sociedad ha consolidado nuevos derechos y
conquistas sociales que fueron alcanzados en contextos de abundancia y que hoy
deberán ser sostenidos.
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