miércoles, 28 de octubre de 2015

El Acuerdo de Asociación Transpacífico. Su impacto para el Mercosur y la Argentina



El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) suscripto por doce países que representan más del 10% de la población y el 30% del PBI mundial significa un paso más en el proceso de liberalización en el comercio de bienes y servicios, homogeneización de normas, propiedad intelectual, medio ambiente, transparencia, entre otros tópicos. 


Lo que no pudo ser alcanzado a nivel multilateral en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) comienza a imponerse a través de estos mega acuerdos regionales que terminarán - lo acordado en estos -, extendiéndose a escala global.  Y que van más allá de la negociación de tarifas y acceso a mercados.  

El TPP debe ser analizado y entendido dentro de un contexto de:

·         El avance de los acuerdos mega regionales que reemplazan a la negociación multilateral vía OMC. Dentro de estos acuerdos se destacan tres mega acuerdos regionales: el TPP (EEUU, Canadá, Japón, Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Perú, Chile y México) la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI) entre EEUU y La Unión Europea (UE) y el Acuerdo Comprensivo de Membresia Regional. (RECEP) que involucra a Corea, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Camboya, China, Laos, Myamar, India, EEUU, Canadá, Japón, Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietman.

·         El creciente dinamismo económico del área del Asia – Pacífico donde se concentrará el comercio y las inversiones en detrimento de otras áreas geográficas.

·         El predominio a nivel industrial de cadenas/tramas de valor regionales más que globales y en donde los grandes megaacuerdos tienden a consolidarlas y desarrollarlas. Cadenas/tramas regionales que tienen países que ejercen las gobernanzas de las mismas (EEUU, Alemania, China y Japón) a partir de la asimetría tecnológica que estas cuatro economías (headquarters) ejercen sobre sus respectivas redes de países que conforman la cadena/trama. Estos cuatro países son los que traccionan el desarrollo industrial en los países que conforman sus redes (el caso de la industria automotriz mexicana como proveedora de la industria automotriz americana es un claro ejemplo de ello)

·         Una regionalización creciente del comercio mundial que es una consecuencia de lo recién señalado.

·         La importancia creciente para la radicación de inversiones a partir del factor geográfico medido en términos de distancia a los grandes mercados de consumo.

 Este nuevo escenario llegó para quedarse y gran parte de América Latina – con la excepción de los países del Area del Pacífico - está ausente del mismo. No es un dato menor para países como la Argentina y Brasil que requieren para su recuperación económica de una corriente de inversión extranjera directa (IED) importante. Y para obtener esta IED  resulta indispensable que nuestros sectores productivos pueden integrarse en las grandes cadenas de valor, así como poder formar parte de grandes mercados regionales donde impere el libre comercio de bienes y servicios.

En tal sentido, los países de la Alianza del Pacífico (Perú, Chile, México, Colombia y Costa Rica) al integrar en algunos casos el TPP (Perú, Chile, México) o el futuro ATCI (los cinco países) tendrán una indudable ventaja para la captación de IED, para mejorar el posicionamiento competitivo de sus exportaciones, se constituirán en plataformas exportadoras que podrían dañar a las producciones del Mercosur y significa además  para Argentina y Brasil una nueva competencia para sus exportaciones en estos mercados. No nos olvidemos que el Mercosur tiene un área de libre comercio con la Comunidad Andina (CAN).

Argentina y Brasil deben superar el aislacionismo que han tenido durante los últimos diez años. La unión aduanera sigue siendo algo imperfecto, las grandes controversias comerciales dentro del bloque sigue sin resolverse y es casi nulo el relacionamiento externo del bloque con el objetivo de ampliar el área de libre comercio con otros espacios comerciales.

Los últimos avances en materia de acuerdo comercial fueron con Egipto, Israel y Palestina. Y la negociación con la UE ha sido hasta ahora frenada por el sesgo proteccionista de la Argentina. A ello se suma la inclusión de Bolivia y de Venezuela como socios plenos adquiriendo el Mercosur ampliado un perfil más político que económico-comercial.

Este aislacionismo es la mejor garantía de inversiones externas limitadas y un desenvolvimiento exportador limitado ante las barreras arancelarias que detentan los grandes bloques regionales que se están conformando. Es en definitiva un reaseguro de un crecimiento económico limitado.

Por otro lado, no es un dato menor que las nuevas normas de comercio que se alcancen en estos acuerdos mega regionales podrán alcanzar en el futuro status multilateral – status OMC – por lo que es importante participar de estos acuerdos de negociación a efectos poder intervenir en la elaboración de estas normas y no ser simples sujetos pasivos una vez que estas entren en vigencia.
Lo señalado exige un giro copernicano de nuestra inserción económica internacional. Brasil y su empresariado está consciente de esta necesidad y tarde o temprano lo va a hacer con o sin el Mercosur.

No es un dato menor que en los ámbitos empresariales y académicos  de Brasil se está discutiendo como replantear el Tratado de Asunción a efectos de poder dar libertad a cada estado miembro del bloque a tener independencia en la negociación con otros bloques comerciales. La posición de Uruguay va en el mismo sentido. Es reconocer la imposibilidad de sostener la idea de una Unión Aduanera e ir hacia un modelo de área de libre comercio. 

El origen del TPP es el Acuerdo de Asociación Económica firmado entre Singapur, Nueva Zelanda, Chile y Brunei; los Estados Unidos tomaron la decisión de incorporarse recién en 2009 para convertirlo en un proyecto mucho más ambicioso. Canadá, México, Perú, Australia, Chile y Singapur ya tienen Acuerdos con los Estados Unidos; Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam son miembros de ASEAN; México, Perú y Chile forman parte de la Alianza del Pacífico y los dos últimos tienen Acuerdos de Libre Comercio con el MERCOSUR. Con la excepción de Vietnam, todos los miembros son países democráticos. El TPP puede considerarse como una respuesta al fracaso de la negociación de la Ronda de Doha para avanzar en la homogeneización de las normas que influyen en el comercio internacional y a la necesidad de crear una plataforma de integración de las cadenas de valor excluyendo a la República Popular China que todavía insiste en limitar la apertura de su mercado afirmando que continúa siendo un “país en desarrollo”.

El TPP ha sido presentado como un Acuerdo de Libre Comercio pero sólo cinco de sus 30 capítulos están relacionados con las tarifas; los principales capítulos se refieren a inversiones, servicios financieros, telecomunicaciones, comercio electrónico, política de competencia, empresas estatales, propiedad intelectual, medio ambiente, derechos de los trabajadores, coherencia regulatoria, desarrollo, transparencia y anticorrupción y mecanismo de solución de controversias. Muchos de estos temas formaban parte de la Agenda de Singapur que fuera excluida de las negociaciones de Doha por el grado de complejidad y por las obligaciones para modificar las legislaciones nacionales en temas sensibles. Pero resulta difícil imaginar un futuro acuerdo multilateral o plurilateral con objetivos limitados teniendo como antecedente el TPP.

El TPP incluye países desarrollados y en desarrollo de nivel intermedio; el país de menor desarrollo y con salarios más bajos es Vietnam que completó su ingreso a la OMC en el 2007. Esta caracterización explica el énfasis en los nuevos sectores económicos en materia de inversiones y servicios y al mismo tiempo asegura una mayor apertura para el comercio tradicional. Las normas de origen limitarán el intercambio a los productos de los países miembros con alguna flexibilidad para los sectores industriales (automotriz) donde la cadena de valor se encuentra localizada también en países que no son parte del acuerdo. El acuerdo incluye la protección por siete años de la información de los productos biofármacos que es un punto intermedio entre los doce años de la legislación de los Estados Unidos y los cinco de Australia. Canadá, Australia y Nueva Zelanda han afirmado que lo acordado en patentes para productos farmacéuticos no implicará un aumento de los costos de sus servicios de salud.

El Gobierno de los Estados Unidos enfrentará un arduo debate para lograr la sanción del Congreso a pesar de haber obtenido la autorización para negociar acuerdos comerciales en junio. La principal oposición provendrá de los sindicatos nucleados en AFL-CIO que defienden la protección del mercado doméstico para no perder puestos de trabajo como sucedió con el traslado de empresas a México en búsqueda de menores costos al aprobarse el NAFTA.

La vigencia del TPP acelerará otras negociaciones ante la necesidad de los países de atraer inversiones y mantener las condiciones de acceso para sus exportaciones en momentos donde la economía mundial no da todavía señales claras de reactivación. Es muy probable que China y la Unión Europea intensifiquen la búsqueda de mercados para no perder competitividad frente a los Estados Unidos. Mientras tanto, el MERCOSUR ha optado por mantenerse prescindente para no arriesgar el mercado interno en detrimento de las exportaciones pero esta política sólo acentuará la dependencia de los pocos sectores donde existe especialización y poca competencia internacional. Léase soja. 

domingo, 25 de octubre de 2015

La economía de la felicidad revela las nuevas preferencias de los consumidores



En un reciente artículo publicado semanas atrás en el Diario La Nación sobre la economía de la felicidad http://www.lanacion.com.ar/1829344-economia-de-la-felicidad-por-que-gastar-dinero-en-experiencias-y-no-en-cosas se habla de los diferentes niveles de felicidad que generan distintos tipos de consumo. De la nota de Jay Cassano se infiere que el consumo de ciertos y determinados servicios (en la nota se habla de experiencias) provocan un mayor nivel de satisfacción/felicidad que el que provocaría el consumo de bienes. Quisiera en esta nota tratar de enriquecer este concepto.


Hasta ahora se pensaba que el consumo se vinculaba a la idea de poseer (acumular bienes ) o de búsqueda de reconocimiento del entorno social al que el consumidor pertenece. En términos de lo que señala Peter Sloterdijk, el gran filósofo alemán contemporáneo, se debía distinguir entre dos tipos de economía o de consumo. Uno al que podemos llamar “erótico”, y otra que denominamos “timótico”. Ambas son eróticos, ya que Eros y Thymos son dioses de la antigua Grecia, pero él las distingue de tal forma que el consumo erótico corresponde a la economía de engrandecimiento, posesión, o acumulación, mientras que el timótico se rige por otra gran necesidad importante del ser humano: el reconocimiento.

Desde el ámbito del pensamiento económico en su “Teoría de la Clase Ociosa” Thorstein Veblen ya había introducido en 1899 la idea del consumo honorífico dónde este pasaba a convertirse en un signo de diferenciación respecto de otros estratos sociales así como de identificación con el estrato social al que se pertenece o se pretende pertenecer.

Pero estas clasificaciones entendían al consumo como un todo indivisible. No se establecía una distinción entre consumo de bienes y consumo de servicios. Pero la Economía de la Felicidad – joven rama de la economía que promete – habría comenzado a arrojar luz sobre una posible diferenciación en cuanto a la satisfacción que generan consumir bienes o servicios y que los estudios estarían arrojando una diferencial en la satisfacción a favor de los segundos.



Dejando a un lado los bienes y servicios básicos que son indispensables para la existencia, se estaría demostrando que los bienes registran una disminución rápida del grado de satisfacción que provocan una vez adquiridos. Algunos de los factores que a continuación se enuncian o una combinación de estos explicarían él fenómeno:

  • ·         Obsolescencia programada (una vida útil predeterminada en el propio proceso de su fabricación)
  • ·         Cambios permanentes en la oferta de bienes que hace que lo novedoso hoy deje de serlo rápidamente (los bienes tecnológicos es un ejemplo de ello)
  • ·         Rápida depreciación de su valor una vez adquiridos (automóviles)
  • ·         Alto costo de adquisición y de mantenimiento (automóviles, casas de fin de semana)
  • ·         La adaptación o acostumbramiento una vez transcurrido un determinado tiempo desde su adquisición.
  • ·         Competencia interminable por detentar/mostrar mejores y mayores bienes respecto a los que detentan las personas que forman parte de nuestro entorno social en una carrera en que a veces superamos y nos reconforta  y a veces perdemos y no nos sentimos bien.

Por el contrario, los servicios poseen rasgos totalmente distintos. En primer lugar, mientras los bienes son extracorpóreos, los servicios son intracorpóreos ya que de alguna manera los incorporamos a nosotros mismos. Tomarse unas buenas vacaciones, una buena comida preparada en el hogar o consumida en un buen restaurant, ir a un spa, consumir bienes culturales (ir a conciertos, exposiciones), desarrollar un hobby, practicar un deporte, estudiar alguna disciplina/oficio alternativo a nuestra actividad laboral que nos realice son algunos ejemplos de una nueva dimensión de consumo vinculada antes que nada con el placer y el logro de nuevas experiencias.


Estaríamos hablando de un consumo hedónico (el placer como finalidad u objeto) dónde el placer (tanto corporal como mental) que nos genera estas formas de consumo pasa por la experiencia que nos produce tanto en el momento de consumirlo como en el recuerdo que nos deja – vivencias/recuerdos – un vez consumidos. Podemos recordar unas buenas vacaciones o una buena comida con amigos pero difícilmente recordemos el día que sacamos el auto de la concesionaria.
 
El consumo hedónico no reemplaza al consumo erótico (acumular) o al timótico (búsqueda de reconocimiento) pero pasaría a competir con estos por el destino de nuestros ingresos monetarios. Estos consumos carecen de los rasgos que señalamos que posee el consumo de bienes: no son comparables, no tienen obsolescencia, no se desvalorizan, no requieren mantenimiento, etc. Y estas experiencias/placeres no dejan de ser únicos para cada consumidor – no están estandarizados como los bienes -

Nótese que las publicidades de bienes también linkean el consumo de muchos de los productos que promocionan con el placer, con obtener una experiencia. Y es que el consumo constituye antes que nada un acto emocional. Este avance de los consumos que significan la obtención de placer o de una experiencia puede significar un nuevo patrón de consumo en las economías de mercado. Y es que las exigencias del mundo laboral moderno, el estrés, el esfuerzo creciente requieren de gratificaciones que nos compensen y que perduren con nosotros una vez consumidas. Que el recuerdo de las mismas permita que sean revividas.


Estos cambios en las preferencias de los consumidores alterará en los próximos años el set de bienes y servicios que el mercado ofrezca a los consumidores. Esparcimiento, gastronomía, industrias culturales, turismo, deporte, servicios personales serán las estrellas de la economía futura. Y esto también tiene implicancias para la política económica la cual cada vez deberá pensar más en como contribuir desde su esfera a satisfacer a una población crecientemente demandante de las mismas.

jueves, 15 de octubre de 2015

Hacia nueva promoción industrial regional para el desarrollo argentino



Desde los noventa hasta la fecha de manera constante fueron desapareciendo los viejos esquemas de promoción industrial que tenían por objeto la instalación de industrias en Provincias de bajo desarrollo productivo relativo. Eran un instrumento pensado para resolver los desequilibrios en el desarrollo económico entre las distintas regiones. 

El Acta de Reparación Histórica por la que se estableció la promoción industrial en San Juan/ San Luis/Catamarca/La Rioja, las leyes de promoción industrial Nros. 21.608/77 y 22.876/83, el decreto Nº 2382/83 que reglamentaba la promoción industrial para la región patagónica – en especial la promoción industrial en la Provincia de Chubut con epicentro en Trelew -, la aplicación de reembolsos a las exportaciones que se realizaban por Puertos Patagónicos, así como la Ley Nº 19640 de Promoción Industrial de Tierra del Fuego son expresión de esta línea de pensamiento que se basaba en incentivar los procesos de radicación industrial a través de desgravaciones impositivas (en IVA y Ganancias principalmente)


Este modelo de política de promoción comenzó a evidenciar fuertes limitaciones derivadas de:

  • ·  El traslado de industrias de zonas no promocionadas a zonas promocionadas con el objeto de captar renta fiscal  sin la agregación de valor genuino. Las famosas “industrias con rueditas”.
  • ·   Las demandas que comenzaron a plantear las provincias/regiones del país excluidas de la promoción pero lindantes con las regiones promocionadas que veían a estas promociones como una limitante para su propio desarrollo (el ejemplo más claro fue la histórica oposición de la Provincia de Mendoza respecto de las cuatro provincias promocionadas)
  • · Defraudaciones al fisco nacional
  • ·  Subutilización de los cupos fiscales asignados
  • ·  Sistemas de promoción que comenzaron a ser mal vistos en contextos de ajuste/restricción fiscal   (fines de los ochenta y durante los noventa)
  • ·   Pobres resultados alcanzados en relación con el costo fiscal que significaban

Durante los ochenta con la restauración democrática hubo intentos legislativos de reordenar el modelo de promoción industrial a través de leyes que fueron tratadas y que nunca entraron en vigencia – La Ley Sochi-Bordón  -.

A la fecha actual, sólo la ley Nº 19.640 logró mantenerse – soportando  la prédica anti promoción de los 90 – y fue revitalizada durante la década pasada quedando como la única promoción de alcance regional (no debe olvidarse que las restantes promociones implicaban desgravaciones decrecientes en el tiempo y ya han expirado). Pero no deja de ser una extraña paradoja que Tierra del Fuego sea la única Provincia con estímulos fiscales nacionales para la radicación de industrias.

 El desarrollo argentino requiere de un esquema de promoción industrial que sea abarcativo e inclusivo de todo el territorio nacional. Dado el dinamismo que genera la actividad industrial en el desarrollo productivo de una región resulta lógico y justo que todas las regiones del país puedan captar nuevas inversiones de base industrial. En tal sentido, y para evitar los errores de los viejos esquemas de promoción antes enunciados que significaban la perforación de la estructura tributaria, es que se plantea aquí los siguientes ejes que debería tener un nuevo régimen de promoción industrial federal a saber:
·       
  Ser abarcativo de la totalidad del territorio. Las Provincias deberán adherir al nuevo esquema de promoción comprometiéndose a no incrementar impuestos de base provincial. En el caso de Tierra del Fuego, esta podrá optar por mantener sus actuales beneficios promocionales establecidos en la Ley 19640 y decretos reglamentarios o aceptar el nuevo marco promocional de alcance general.

·         Transformación en origen. Deberá ser aplicado en cada provincia exclusivamente a las actividades industriales que impliquen el agregado de valor a las materias primas que sean originarias de cada una de ellas (principio de la transformación o agregado de valor en origen).

·         Nuevas inversiones o ampliación de las existentes. Sólo regirá el nuevo marco promocional para nuevas inversiones (greenfield) así como para los proyectos de inversión que signifiquen una ampliación de la inversión existente.

·         Cupos fiscales. Se establecerán cupos fiscales a cada Provincia que serán fijados en el Presupuesto Nacional.

·         Instrumentación legal. Dado que no altera la estructura tributaria puede implementarse por Decreto.


Subsidio a los fletes

Los incentivos del nuevo esquema promocional propuesto no implican desgravaciones impositivas. Por el contrario, los incentivos deben significar un estímulo para la industrialización en origen.
En tal sentido, el instrumento central del nuevo esquema será compensar las desventajas de localización tomando como medida del incentivo (subsidio) la distancia en kilómetros entre el lugar de la radicación elegido y la región del AMBA o el Puerto de Rosario.

Es decir que el objetivo de la promoción es compensar las desventajas de costo de flete existente reembolsándole al industrial un porcentaje del mismo. Para ello se propone adoptar un esquema de ecualización del costo de fletes por el cual al industrial que se instala en una Provincia deberá tener el mismo costo de flete por el traslado de materias primas y de productos terminados que el que tendría si se encontrará radicado dentro de los 400 km del Puerto de Buenos Aires o de Rosario que son las áreas geográficas (el radio de 400 km) que podrían tener una promoción nula o mínima. Sería un esquema de justicia promocional dónde el estímulo fiscal es proporcional a la distancia geográfica. Es una idea de fácil aplicación, cuantificable fiscalmente y transparente su implementación y ejecución.

 Aportes patronales

·         Plantear una escala de reducción de aportes patronales también en función de la distancia geográfica del AMBA.


Promoción de inversiones

Como complemento, los esquemas de promoción de inversiones vigentes y que dejaron de aplicarse fijados por la Ley Nº 26.630/2008 (devolución anticipada del IVA, amortización acelerada) sean restablecidos y distribuidos en función de este sistema de promoción que se propone. Es decir que se prioricen los proyectos de inversión que impliquen una transformación en origen y que estén más alejados del AMBA. El mismo criterio debería aplicarse en la ejecución del Fondo del Bicentenario para el otorgamiento de financiamiento (Decreto Nº 2010/2009). En igual sentido, las políticas de financiamiento a la inversión que ejecute el Banco Nación o cualquier otra institución de financiamiento que pueda llegar a crearse deben tener idéntico esquema de priorización.

Finalmente resulta indispensable que el marco promocional propuesto sea acompañado de una política de infraestructura que estimule las nuevas radicaciones. La meta de un desarrollo equilibrado debe tener como condición necesaria el contar con la infraestructura física que posibilite las nuevas radicaciones. Sin infraestructura física no hay política de promoción posible.

Síntesis

La nueva promoción industrial que se propone debe estar al servicio de las economías regionales agregando valor a las mismas. El concepto de valor agregado en origen es una idea que convendría profundizar en la próxima gestión. Ello es lo que posibilitará equilibrar las posibilidades de desarrollo y generación de empleo en todas las regiones del país y que no se siga profundizando el desbalance demográfico entre el AMBA y el resto del país.

La industrialización de las economías regionales, la ampliación de sus bases de sustentación también tendrán un impacto institucional y es que una región económicamente dinámica termina impulsando mayores grados de institucionalidad política obligando a las respectivas elites locales a comprometerse a una nueva forma de hacer y gestionar la cosa pública.