El
Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) suscripto por doce países que
representan más del 10% de la población y el 30% del PBI mundial significa un
paso más en el proceso de liberalización en el comercio de bienes y servicios,
homogeneización de normas, propiedad intelectual, medio ambiente,
transparencia, entre otros tópicos.
Lo que
no pudo ser alcanzado a nivel multilateral en el marco de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) comienza a imponerse a través de estos mega acuerdos
regionales que terminarán - lo acordado en estos -, extendiéndose a escala
global. Y que van más allá de la
negociación de tarifas y acceso a mercados.
El TPP
debe ser analizado y entendido dentro de un contexto de:
·
El avance de los acuerdos mega regionales que reemplazan a
la negociación multilateral vía OMC. Dentro de estos acuerdos se destacan tres
mega acuerdos regionales: el TPP (EEUU, Canadá, Japón, Australia, Brunei,
Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Perú, Chile y México) la Asociación
Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI) entre EEUU y La Unión Europea
(UE) y el Acuerdo Comprensivo de Membresia Regional. (RECEP) que involucra a Corea,
Filipinas, Indonesia, Tailandia, Camboya, China, Laos, Myamar, India, EEUU,
Canadá, Japón, Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietman.
·
El creciente dinamismo económico del área del Asia –
Pacífico donde se concentrará el comercio y las inversiones en detrimento de
otras áreas geográficas.
·
El predominio a nivel industrial de cadenas/tramas de valor
regionales más que globales y en donde los grandes megaacuerdos tienden a
consolidarlas y desarrollarlas. Cadenas/tramas regionales que tienen países que
ejercen las gobernanzas de las mismas (EEUU, Alemania, China y Japón) a partir
de la asimetría tecnológica que estas cuatro economías (headquarters) ejercen
sobre sus respectivas redes de países que conforman la cadena/trama. Estos
cuatro países son los que traccionan el desarrollo industrial en los países que
conforman sus redes (el caso de la industria automotriz mexicana como
proveedora de la industria automotriz americana es un claro ejemplo de ello)
·
Una regionalización creciente del comercio mundial que es
una consecuencia de lo recién señalado.
·
La importancia creciente para la radicación de inversiones a
partir del factor geográfico medido en términos de distancia a los grandes
mercados de consumo.
Este
nuevo escenario llegó para quedarse y gran parte de América Latina – con la
excepción de los países del Area del Pacífico - está ausente del mismo. No es
un dato menor para países como la Argentina y Brasil que requieren para su
recuperación económica de una corriente de inversión extranjera directa (IED)
importante. Y para obtener esta IED resulta
indispensable que nuestros sectores productivos pueden integrarse en las
grandes cadenas de valor, así como poder formar parte de grandes mercados
regionales donde impere el libre comercio de bienes y servicios.
En tal
sentido, los países de la Alianza del Pacífico (Perú, Chile, México, Colombia y
Costa Rica) al integrar en algunos casos el TPP (Perú, Chile, México) o el
futuro ATCI (los cinco países) tendrán una indudable ventaja para la captación
de IED, para mejorar el posicionamiento competitivo de sus exportaciones, se
constituirán en plataformas exportadoras que podrían dañar a las producciones
del Mercosur y significa además para
Argentina y Brasil una nueva competencia para sus exportaciones en estos
mercados. No nos olvidemos que el Mercosur tiene un área de libre comercio con
la Comunidad Andina (CAN).
Argentina
y Brasil deben superar el aislacionismo que han tenido durante los últimos diez
años. La unión aduanera sigue siendo algo imperfecto, las grandes controversias
comerciales dentro del bloque sigue sin resolverse y es casi nulo el
relacionamiento externo del bloque con el objetivo de ampliar el área de libre
comercio con otros espacios comerciales.
Los
últimos avances en materia de acuerdo comercial fueron con Egipto, Israel y
Palestina. Y la negociación con la UE ha sido hasta ahora frenada por el sesgo
proteccionista de la Argentina. A ello se suma la inclusión de Bolivia y de
Venezuela como socios plenos adquiriendo el Mercosur ampliado un perfil más
político que económico-comercial.
Este
aislacionismo es la mejor garantía de inversiones externas limitadas y un
desenvolvimiento exportador limitado ante las barreras arancelarias que
detentan los grandes bloques regionales que se están conformando. Es en
definitiva un reaseguro de un crecimiento económico limitado.
Por
otro lado, no es un dato menor que las nuevas normas de comercio que se
alcancen en estos acuerdos mega regionales podrán alcanzar en el futuro status
multilateral – status OMC – por lo que es importante participar de estos
acuerdos de negociación a efectos poder intervenir en la elaboración de estas
normas y no ser simples sujetos pasivos una vez que estas entren en vigencia.
Lo
señalado exige un giro copernicano de nuestra inserción económica
internacional. Brasil y su empresariado está consciente de esta necesidad y
tarde o temprano lo va a hacer con o sin el Mercosur.
No es
un dato menor que en los ámbitos empresariales y académicos de Brasil se está discutiendo como replantear
el Tratado de Asunción a efectos de poder dar libertad a cada estado miembro
del bloque a tener independencia en la negociación con otros bloques
comerciales. La posición de Uruguay va en el mismo sentido. Es reconocer la
imposibilidad de sostener la idea de una Unión Aduanera e ir hacia un modelo de
área de libre comercio.
El origen del TPP es el Acuerdo de Asociación Económica
firmado entre Singapur, Nueva Zelanda, Chile y Brunei; los Estados Unidos tomaron
la decisión de incorporarse recién en 2009 para convertirlo en un proyecto
mucho más ambicioso. Canadá, México, Perú, Australia, Chile y Singapur ya
tienen Acuerdos con los Estados Unidos; Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam son
miembros de ASEAN; México, Perú y Chile forman parte de la Alianza del Pacífico
y los dos últimos tienen Acuerdos de Libre Comercio con el MERCOSUR. Con la
excepción de Vietnam, todos los miembros son países democráticos. El TPP puede
considerarse como una respuesta al fracaso de la negociación de la Ronda de
Doha para avanzar en la homogeneización de las normas que influyen en el
comercio internacional y a la necesidad de crear una plataforma de integración
de las cadenas de valor excluyendo a la República Popular China que todavía
insiste en limitar la apertura de su mercado afirmando que continúa siendo un
“país en desarrollo”.
El TPP ha sido presentado como un Acuerdo de Libre Comercio
pero sólo cinco de sus 30 capítulos están relacionados con las tarifas; los
principales capítulos se refieren a inversiones, servicios financieros,
telecomunicaciones, comercio electrónico, política de competencia, empresas
estatales, propiedad intelectual, medio ambiente, derechos de los trabajadores,
coherencia regulatoria, desarrollo, transparencia y anticorrupción y mecanismo
de solución de controversias. Muchos de estos temas formaban parte de la Agenda
de Singapur que fuera excluida de las negociaciones de Doha por el grado de
complejidad y por las obligaciones para modificar las legislaciones nacionales
en temas sensibles. Pero resulta difícil imaginar un futuro acuerdo
multilateral o plurilateral con objetivos limitados teniendo como antecedente
el TPP.
El TPP incluye países desarrollados y en desarrollo de nivel
intermedio; el país de menor desarrollo y con salarios más bajos es Vietnam que
completó su ingreso a la OMC en el 2007. Esta caracterización explica el
énfasis en los nuevos sectores económicos en materia de inversiones y servicios
y al mismo tiempo asegura una mayor apertura para el comercio tradicional. Las
normas de origen limitarán el intercambio a los productos de los países
miembros con alguna flexibilidad para los sectores industriales (automotriz)
donde la cadena de valor se encuentra localizada también en países que no son
parte del acuerdo. El acuerdo incluye la protección por siete años de la
información de los productos biofármacos que es un punto intermedio entre los
doce años de la legislación de los Estados Unidos y los cinco de Australia.
Canadá, Australia y Nueva Zelanda han afirmado que lo acordado en patentes para
productos farmacéuticos no implicará un aumento de los costos de sus servicios
de salud.
El Gobierno de los Estados Unidos enfrentará un arduo debate
para lograr la sanción del Congreso a pesar de haber obtenido la autorización
para negociar acuerdos comerciales en junio. La principal oposición provendrá
de los sindicatos nucleados en AFL-CIO que defienden la protección del mercado
doméstico para no perder puestos de trabajo como sucedió con el traslado de
empresas a México en búsqueda de menores costos al aprobarse el NAFTA.
La vigencia del TPP acelerará otras negociaciones ante la
necesidad de los países de atraer inversiones y mantener las condiciones de
acceso para sus exportaciones en momentos donde la economía mundial no da
todavía señales claras de reactivación. Es muy probable que China y la Unión
Europea intensifiquen la búsqueda de mercados para no perder competitividad
frente a los Estados Unidos. Mientras tanto, el MERCOSUR ha optado por mantenerse
prescindente para no arriesgar el mercado interno en detrimento de las
exportaciones pero esta política sólo acentuará la dependencia de los pocos
sectores donde existe especialización y poca competencia internacional. Léase
soja.