La posibilidad
de que Argentina sea aceptada como miembro observador de La Alianza del Pacífico
(Chile, Perú, Colombia y México) y un potencial acuerdo futuro del Mercosur con
esta Alianza supone dos planos de análisis: el económico comercial por un lado
y el político por el otro.
A nivel
económico – comercial debemos señalar que no comenzamos de cero: el Mercosur ya
tiene un acuerdo vigente de libre comercio con la Comunidad Andina (Perú,
Ecuador, Colombia)(ACE 58 y ACE 59) y por otro lado ya existían acuerdos con
Bolivia (ACE 36) y Chile (ACE 35). Es decir que ya existe un área de libre
comercio del Mercosur dentro de América del Sur. Por ello, la cuestión
comercial pendiente es la que Mercosur mantiene con México con el que no se ha
podido hasta ahora alcanzar un acuerdo de libre comercio. Por lo tanto la
cuestión de la relación entre el Mercosur y La Alianza es en realidad una
cuestión de la relación del Mercosur con México.
El ACE 54 del
año 2002 que debería que debería haber dado forma al acuerdo de libre comercio
entre el Mercosur y México nunca prosperó. Hasta ahora tanto Argentina como
Brasil tienen firmados con México acuerdos de alcance parcial (AAP N° 6 y 53
respectivamente), es decir acuerdos que contemplan una desgravación en el
tiempo para un conjunto de posiciones arancelarias pero que no abarcan a la
totalidad del universo arancelario de ahí que se denominen acuerdos parciales.
A estos acuerdos se le debe agregar el AAP N° 55 que reglamenta el comercio
automotriz entre Argentina y México (apéndice 1) y entre Brasil y México
(apéndice 2) dónde se establecen cupos (en divisas) para el comercio de
vehículos y autopartes libres de derechos de importación con un horizonte de
libre comercio para el 2019.
La reseña del
párrafo anterior sirve para poner en evidencia que una cosa es la voluntad
política de alcanzar acuerdos comerciales que significan la apertura de
mercados para nuestra oferta exportable, lo cual debe siempre alentarse, y otra
muy distinta son las posibilidades ciertas donde los acuerdos de liberalización
son posibles en la medida que las estructuras productivas de cada contraparte no
se vean afectadas por el proceso de integración. El más claro ejemplo de ello
lo tenemos en la relación entre Argentina y México: Argentina nunca pudo
incorporar en su acuerdo de alcance parcial los productos alimenticios para que
puedan ingresar al mercado mexicano sin el pago de derechos de importación, ni
México nunca pudo vencer la resistencia argentina de liberar el comercio
automotriz.
Podríamos establecer como regla general que, a mayor
complejidad y diversidad de las estructuras productivas con fuertes
diferenciales de productividad y competitividad dentro de ellas, las
posibilidades de avanzar en acuerdos de liberalización comercial son más
dificultosas que en países con estructuras productivas menos diversificadas (o
más especializadas) y con niveles de competitividad más homogéneos. Ello
explica la flexibilidad que tiene Chile para haber avanzado en múltiples
acuerdos de libre comercio por los cuales hoy su oferta exportable puede
acceder libre de derechos de importación a 4200 millones de habitantes a partir
de 22 acuerdos comerciales firmados con 60 países.
Estas
limitaciones de estructura productiva deben ser tenidas en cuenta a la hora de
avanzar en negociaciones con otros bloques comerciales. En el caso particular
de la Alianza del Pacífico en su acta constitutiva queda establecido que para
adherir como miembro pleno el país o región solicitante debe tener acuerdos de
libre comercio con cado uno de los Estados Parte miembros de la Alianza. Es
decir que en el caso que el Mercosur decidiera avanzar deberá tener cerrado la
cuestión comercial con México de la que antes hablábamos y ello supone volver a
poner sobre la mesa la cuestión de la estructura productiva de los países del
bloque, en especial los casos de Argentina y Brasil. Es más, la propia Alianza
ha podido liberalizar su comercio intrazona en el 92% de sus posiciones
arancelarias pero en el caso del comercio agrícola
Hasta ahora solo
dos países han iniciado formalmente el proceso de adhesión a la Alianza: Costa
Rica y Panamá los cuales aún no han concluido.
Ser miembro
observador por parte de Argentina muestra una clara voluntad de acercamiento a
la Alianza pasando Argentina a engrosar la larga lista de países observadores:
Union Europea, Canadá, EEUU, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay, Ecuador,
El Salvador, Honduras, Rep. Dominicana, Finlandia, India, Israel, Singapur,
Marruecos entre otros. Es una muestra de voluntad el acercamiento a la Alianza
pero debemos mirar las cosas en su justo término y saber que en la medida que
no resolvamos la cuestión del perfil productivo difícilmente podamos avanzar
rápidamente en los distintos procesos de
asociación comercial que hoy están disponibles.
Si resulta más
valido en términos de resultados de corto plazo el impacto desde lo político
porque da una señal al mundo del acercamiento de nuestro país a un bloque de
países más afines a las políticas de mercado, a la apertura al comercio, a la
atracción de inversiones. Y ello de por sí marca desde lo testimonial un viraje
importante.
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