lunes, 7 de septiembre de 2015

Villas de emergencia y migrantes. Un debate que la política evita



La población en villas porteñas creció 156% en los últimos 13 años. Pasó de 107.422 habitantes en 2001 a unos 275.000 en 2013.

 
Si tomamos el AMBA – el Area Metropolitana Buenos Aires que comprende la Ciudad de Bs.As. y el Conurbano - , más de 508 mil familias residen actualmente en 864 villas y asentamientos del Gran Buenos Aires. Este relevamiento realizado por la ONG Un Techo para Mi País (Utpmpa) en abril de 2011 concluye que, en los 30 partidos que conforman el conurbano, hay 633 asentamientos y 192 “villas miseria”, además de 39 cuyas características no pudieron ser precisadas.


En conjunto se estima que en el AMBA dos millones de personas se encuentran viviendo en asentamientos y villas miseria - Según los estudios del Ministerio de Desarrollo Social provincial, en promedio, en cada vivienda de una villa viven cuatro personas -.


La población de las villas aumenta día tras día y ese crecimiento no se condice con la velocidad de las obras de urbanización necesarias para incluirlas en el tejido urbano y social. Las obras de infraestructura y las asistencias ante emergencias no alcanzan para transformar en barrios las villas ni para mudar a los habitantes de los asentamientos. El objetivo de la urbanización ha sido reemplazado por intervenciones de carácter minimalista.


En cuanto a la composición, la mayor parte se encuentra conformado por migrantes de provincias pobres y por inmigrantes de países limítrofes – Bolivia y Paraguay principalmente -  y del Perú.


Este colectivo poblacional actúa como cualquier agente económico tratando de maximizar sus ingresos a través de la obtención de un empleo y mediante el acceso a servicios públicos básicos de los que carecen en sus lugares de origen. Como cualquier agente económico se mueve por los incentivos que le ofrece el mercado. El proceso migratorio e inmigratorio no es más que una respuesta a un esquema de incentivos predeterminado.



Claramente las políticas públicas pueden reforzar este esquema de incentivos o propiciar otro sistema de incentivos alternativo si es que pretende modificar el comportamiento de los agentes económicos. Ya Alfred Marshall señalaba en sus Principios de Economía que cuando se quiere modificar la conducta de los agentes económicos la manera de hacerlo es cambiándoles el esquema de incentivos. Veamos un ejemplo de política pública que ha reforzado el actual esquema de incentivos.


Argentina en el año 2003 modifica sustancialmente su legislación migratoria promulgando la nueva ley de Migraciones. En ella se establece que los ciudadanos de países miembros del Mercosur o de Estados allegados puedan obtener residencia legal en la Argentina sólo mediante la acreditación de su nacionalidad y la carencia de antecedentes penales.



A partir de esta ley, en el año 2006 se comienza a llevar a cabo el operativo “Patria grande” cuyo objetivo central es regularizar la situación migratoria de los inmigrantes de Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile, Perú, Venezuela, Colombia y Ecuador que ya estaban residiendo en la Argentina. Si un país con mayores ingresos en términos relativos en relación con los ingresos de sus países limítrofes flexibilizan su política inmigratoria claramente constituye un refuerzo en el sistema de incentivos existente que impulsa la inmigración.


El actual sistema de incentivos se refuerza además por la necesidad de ocupar puestos de trabajo precarizados o en actividades que la población nativa no está dispuesta a ocupar. Por ejemplo podríamos señalar que la población del AMBA come verduras y hortalizas gracias al trabajo de la colectividad boliviana a lo largo de los cordones periurbanos del Area Metropolitana. Lo mismo podríamos señalar del servicio doméstico o del trabajo cuasi esclavo en los talleres textiles clandestinos que existen en la Ciudad y en el Conurbano.


Los procesos de urbanización de las villas y asentamientos también refuerzan el esquema de incentivos que impulsa a la migración al AMBA. Si los inmigrantes y migrantes del interior perciben que la política pública tiende a urbanizar o ha mejorar las condiciones de habitabilidad, “más señales” se les está dando para iniciar el proceso inmigratorio  o migratorio a nuevos contingentes poblacionales. A ello se agrega la permisividad en la ocupación de tierras públicas con la anuencia del Estado Nacional, Provincial y/o Municipal – que es otro refuerzo al sistema de incentivos imperante -,


En definitiva, las villas y asentamientos, con el sistema de incentivos imperante, constituye un fenómeno donde todos los actores en alguna medida maximizan: las poblaciones que mejoran su situación - aun desfavorable - respecto a la de sus lugares de origen, actividades productoras de bienes y servicios que obtienen trabajadores informales-precarizados de baja calificación y pagan bajos salarios, los políticos cuyas prácticas se basan en el clientelismo, las regiones – provincias y países limítrofes – que son expulsores de población trasladando el problema económico-social a otras regiones.



Un nuevo esquema de incentivos para que reemplace al actual debe significar mejorar la posición relativa de los futuro migrantes e inmigrantes potenciales en relación a la posición que alcanzarían trasladándose de sus lugares de origen al AMBA.


En el caso de los migrantes internos una alternativa real es mejorar las oportunidades de acceso al empleo y a mejores servicios públicos en sus lugares de origen. O en lugares alternativos al AMBA. 

Ello significa la urgencia de un desarrollo de las economías regionales, de una adecuada infraestructura que permita ese desarrollo y de un adecuado equilibrio en la provisión de los bienes públicos en cantidad y calidad en las distintas regiones del país. 

En la medida que este acceso se ofrezca en los lugares de origen o en lugares alternativos al AMBA comienza a equilibrarse el esquema de oportunidades de desarrollo. Argentina posee un claro desequilibrio en su distribución poblacional y en donde las villas miserias y los asentamientos son una manifestación de este fenómeno. Un fenómeno que es resultante del desequilibrio en el sistema de oportunidades.


Respecto de los inmigrantes ocurre algo similar a los migrantes internos con la diferencia que es exógeno a nosotros la mejora en las condiciones de origen. 

Es por ello que Argentina debe establecer una política inmigratoria que sea la resultante de las necesidades de su economía la que a su vez determina la necesidades y magnitud de la fuerza de trabajo que debe importarse. 


No puede la Argentina asumir sin una planificación previa los costos en la provisión de bienes públicos que demande la población inmigrante y que no es satisfecha por sus países de origen. La inmigración, por ejemplo, podría ser recibida en las Provincias limítrofes, que era lo que acontecía a comienzos del proceso inmigratorio de los países vecinos, y darles oportunidades de progreso en las mismas. 

El Mercosur puede ser un ámbito político adecuado para comenzar a plantear estas cuestiones en un contexto donde las perspectivas de crecimiento para la región serán inferiores a la de la década pasada.

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